UN AMOR EN CONSTRUCCION

El amanecer dorado

6 años

Seis años. Mucho tiempo.
Tiempo suficiente para que las cicatrices se transformen en mapas de un territorio desconocido, un paisaje que solo se explora en la soledad.
Me encontré, me desarmé y me armé de nuevo, pieza por pieza, como un rompecabezas que nunca termina.
El hombre que soy hoy es producto de esa reconstrucción lenta y paciente.

Pensé que el deseo se había apagado, que la idea de un futuro compartido era solo un espejismo.

Y llegaste vos, sin aviso, irrumpiendo en mi rutina y en mi soledad calculada.
No fue un fuego que arrasa, sino una llama lenta, subterránea, que se cuela entre las grietas del cemento.
La vida no sigue planes, y esta novela que escribimos juntos no es la excepción.

Hablamos horas, nos abrimos sin miedo, nos mostramos tal cual somos, sin máscaras.
Recuperé la confianza en un espacio sin mentiras, sin juicios, sin egoísmo.
Un amor que se siente, que se respira, sin necesidad de estar juntos.
Un reflejo del otro, un juego de espejos donde nos descubrimos a nosotros mismos.

Me dijiste que hay que jugar, arriesgarse a pesar del miedo y el vacío.
Y acá estoy, intentando.
El futuro es un mapa sin rutas claras, pero estos días tienen otro sabor, un dejo de esperanza…
un sabor a vos.

La noche se vuelve cita obligada, tu imagen en la pantalla es imperfecta, pero suficiente.
El cansancio se desvanece cuando la expectativa gana.
Mi cuerpo busca afinarse, anhela la entrega, el contacto, la comunión.
Quiero verte. No solo verte, sino entender el misterio en tus ojos, el enigma de tu entrega.

Estos seis años fueron un preludio, una preparación.
Una construcción paciente del hombre que quizá necesitabas.

No te prometo un final feliz, mentiría.
Pero sí te prometo sinceridad, búsqueda constante, el intento diario y obstinado de hacerte feliz.

Una nueva palabra

Estuve pensando en la palabra enamoramiento.
Y no sé, hay algo que me hace ruido.
Quizás porque, si la parto en dos, dice “enamora” y “miento”.
Y esa última parte me hace pensar en el miedo, en la duda,
en esa vocecita interna que a veces nos hace creer que esto que sentimos no es real.

Por eso, hoy quiero proponerte otra palabra.
Una que se parezca más a lo que estamos viviendo.
Una que podamos construir desde lo que sentimos, y no desde lo que nos enseñaron:
amorescimiento.

Amorescimiento es esa etapa donde el amor no es solo emoción,
sino también decisión.
Es cuando empezamos a vernos realmente,
cuando nos emocionamos con lo que idealizamos,
pero también elegimos quedarnos con lo que es real.

No te prometo que todo va a ser fácil, ni que no habrá momentos difíciles.
Pero sí te prometo estar,
tener la disposición de aprender a cuidarnos mejor,
y no dejar que el miedo o la costumbre nos desconecten.

No sé si estas palabras te llegan como a mí me atraviesan,
pero si estás dispuesto a vivir este amorescimiento conmigo,
yo me la juego.
Porque no quiero un amor perfecto.
Quiero uno sincero. Uno que podamos construir.

Obra maestra

Soy demasiado complejo como para enamorarme de alguien simple,
y creo que todos mis yoes se sintonizaron cuando vieron a Vlodeck y a David jugar a ser uno solo.

Vlodeck es tan magia, tan audaz, tan rebelde,
es un desafío a todas las estructuras y paradigmas impuestos por esta sociedad cargada de miedo.

Y después está David,
el que tiembla pero no cae,
el que ama con los ojos húmedos y la espalda erguida.
Tiene la fragilidad del niño que aún cree
y la fuerza del hombre que elige quedarse.
David es ternura afilada.
Y su miedo no lo hace menos valiente.

Ambos danzan de una forma tan perfecta
que por momentos se convierten en esa obra maestra tan perfecta y compleja.

Amo a ambos, con sus pulsiones de vida y de muerte,
y es tan interesante ver cómo se sostienen uno al otro.

Y hoy siento que mi alma desborda de amor
y se llena de fuerza como nunca antes lo viví.
Mi sangre está tibia y corre por mi cuerpo de una forma tan armónica.

Me siento vivo.
Y mi instinto de protección se despertó de una manera tan grande
que me obligó a transformarme a mí mismo para no lastimarte,
para no romper a esa obra maestra que se está mostrando al mundo.

Siento, y sé, que mi alma te esperaba.
Y por fin te encontró.

Amo a Vlodeck. Amo a David.
Amo tu obra maestra.
Y sé que junto con mis yoes —Tian, Sebas y Miguel—
podemos crear una obra jamás antes vista.

Estoy acá, bebé,
para protegerte, para cuidarte,
para seguir creciendo
y descubriendo partes nuestras que aún no conocemos.

Y si el mundo no está listo para tanto amor múltiple,
que tiemble igual.
Porque esta obra no pide permiso:
nació para ser vista.
Y yo nací para sostenerla.

Apnea

Amaba hacer apnea cuando nadaba.
Esa presión en el pecho, el ardor en la garganta,
la mente diciendo "aguantá un poco más".
Y yo aguantaba.
Porque con el tiempo rompía mis marcas
y el cuerpo entendía que el esfuerzo valía la pena.

Lo que no sabía…
es que también existe una apnea del corazón.

Una presión distinta,
la de tener que contener el amor.
Sostenerlo bajo el agua,
con el pecho latiendo por decir tu nombre
y las manos temblando por no escribirte.

Es esa lucha silenciosa,
la de ver algo lindo en mi día y no poder compartirlo con vos.
La de callar lo que mi alma grita.
Esta… esta está siendo la apnea más larga que viví.

Y entre palabra y palabra,
yo también busco oxígeno.
Porque hoy siento que me estoy ahogando.
Y solo me aferro a esa voz interna
que todavía me dice:
"Sabía que todo esto iba a valer la pena."



Galería Reflexiones

Explora imágenes que evocan memoria, amor y búsqueda de sentido.